SALUD Enojo: ladrón del bienestar

Cada vez que una persona se altera, el corazón, sistema nervioso, pulmones y músculos realizan un sobreesfuerzo. Una actitud hostil aumenta el riesgo de sufrir enfermedades y de menoscabar las relaciones interpersonales

'El enojo es un estado emocional que cambia de intensidad. Varía desde una irritación leve hasta una furia e ira intensas. Es una alteración humana totalmente normal y, por lo general, saludable. No obstante, cuando se pierde el control de esta emoción y se vuelve destructiva, puede ocasionar muchos problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la calidad de vida. Puede hacerlo sentir como si estuviera a merced de una fuerza impredecible y poderosa", explica Irene Quintana*.

Se trata de un trastorno instintivo, "mediante el cual la persona hace frente a una situación de frustración o amenaza, que permite reaccionar ante sucesos externos o internos. Usted puede enojarse con una persona específica (como un compañero de trabajo, su pareja o un supervisor), por algún hecho ocurrido (embotellamiento de tránsito, un vuelo cancelado), o su molestia puede estar causada por una preocupación debido a problemas personales. Los recuerdos de hechos considerados traumáticos, también pueden despertar sentimientos de rabia", asegura la experta.

Pero debe tener en cuenta que si ese sentimiento se instaura (permanecer todo el día disgustado, sin causa que lo justifique) se corre el peligro de enfermar. De allí la importancia de aprender a gestionar esta emoción, a fin de mejorar las relaciones y preservar la salud.

Cómo sufre el cuerpo

Al igual que otras emociones, el enojo va acompañado de cambios psicológicos y fisiológicos: "Cuando nos enojamos, la frecuencia cardíaca y la presión arterial se elevan y lo mismo sucede con el nivel de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina; la coloración del rostro cambia a rojizo, debido a la presión sanguínea, las cejas bajan y se juntan, la mirada se endurece y los labios se estrechan", explica la especialista.

Numerosas investigaciones confirman que mantener esas actitudes negativas, de manera permanente, es perjudicial para el organismo:

• El corazón, al límite: Un estudio de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), observó una alta incidencia de enfermedades cardiovasculares (corazón y vasos sanguíneos) en los pacientes que tendían a la ira descontrolada, debido al aumento de producción de sustancias (como la adrenalina), que en situaciones de estrés se disparan, por lo que aumentan los latidos del corazón y se eleva la presión sanguínea.

• Una rigidez que lastima: La constante manifestación de esta emoción en la vida cotidiana provoca una sobreexcitación prolongada del cuerpo y de la tensión muscular que puede generar hipertensión, una bajada del sistema inmune, contracturas musculares, trastornos digestivos como gastritis, ardores y colitis, así como jaquecas y dificultad para dormir, entre otros muchos problemas.

• Las heridas tardan más en curarse: Según estudios de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos), la forma de manejar los enfados determina el proceso de cicatrización de las heridas: éste es más lento si se da un estallido de ira, debido a la liberación de la hormona cortisol.

Indignarse sí, pero de forma inteligente 

"La forma instintiva de expresar el enojo es responder de manera agresiva, por tratarse de una respuesta natural que se adapta a las amenazas e inspira sentimientos intensos -con frecuencia agresivos-, así como conductas que nos permiten luchar y defendernos cuando nos sentimos atacados. Por lo tanto, para sobrevivir es necesario un determinado grado de ira", asegura Quintana. Sin embargo, no se puede ir por allí atacando físicamente a cada persona u objeto que irrita o molesta.

"Las leyes, las normas sociales y el sentido común imponen límites con respecto a cuán lejos podemos permitir que nos lleve nuestra ira -continúa la psicóloga. Por eso, las personas utilizan una diversidad de procesos conscientes e inconscientes para lidiar con esos sentimientos. Las reacciones principales son tres y pueden resumirse en expresar, reprimir y calmarse".

Ahora bien, la mayoría de los estudios indica que reprimir el enfado tampoco es la solución y puede tener las mismas consecuencias negativas para el organismo. Por eso, la especialista recomienda que la persona afectada trate de calmarse interiormente. "Esto significa no sólo controlar su conducta externa sino también sus respuestas internas, siguiendo los pasos que le ayudarán a reducir su ritmo cardíaco, calmarse y dejar que los sentimientos pasen".

Cómo enfrentar la rabia 

•Manifieste el enojo de manera firme, evitando la agresividad y los insultos. Exprésese bien; piense que si emplea un tono agresivo, desafiante o crítico, solo conseguirá que la otra persona sienta también esa energía de irritación, se cierre y se ponga a la defensiva. Si intenta utilizar un tono conciliador evitará discusiones y todos saldrán ganando.

•Realice ejercicios de respiración y relajación muscular para que disminuyan el ritmo cardíaco y el flujo sanguíneo. La forma correcta es inspirar por la nariz, ensanchando al máximo los pulmones durante cinco segundos, e hinchar a la vez el vientre. Mantener el aire durante otros cinco segundos y expulsarlo lentamente por la boca, durante diez segundos. Repita hasta tranquilizarse.

•Redirija la emoción hacia alguna actividad positiva y que a su vez tenga un resultado productivo y eficaz (un deporte, una actividad manual).

• Use el humor para aliviar la tensión. Imagínese a usted o a la persona con la que usted está enojada en una situación ridícula.

•Cuando no resulta ninguna de las anteriores, retírese del lugar donde se manifestó la emoción y camine unos minutos para distraer la mente, manteniendo siempre la respiración controlada.

•Piense en positivo. Frene los pensamientos negativos y sustitúyalos por recuerdos gratos y placenteros. Así reducirá su tensión mental y emocional.

•Si los episodios de enfado son frecuentes, recurra a un especialista de la salud mental quien le indicará métodos adecuados a su situación.

"Manifestar los sentimientos de enojo con seguridad pero sin agresividad es la manera más sana de expresar dichos sentimientos. Para hacerlo, las personas deben aprender a dejar en claro cuáles son sus necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí mismo y a los demás", concluye Quintana.

*Irene Quintana. Psicóloga clínica y sexóloga.

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